En los últimos treinta años se ha avanzado significativamente en el mejoramiento genético de los pollos de engorde. Hemos pasado de producir un pollo en 60 días a obtener el mismo peso en 40 días, y no sólo eso, sino que cada vez vamos avanzando más y aumentando la proporción de pechuga respecto al resto (Faus, C. 2008). Es por eso que uno de los principales problemas a los que se enfrentan las empresas avícolas es la baja conversión alimenticia, ya que ésta genera grandes pérdidas económicas en la producción.
Faus C. (2008) menciona que el intestino de los pollos, responsable de una correcta asimilación del pienso para obtener estos resultados, sigue teniendo el mismo tamaño y su fisiología tampoco ha variado durante este período de tiempo. Este intestino, en un tiempo aproximado de 5 a 5 ½ horas debe realizar una correcta metabolización del alimento y actuar, a su vez, como elemento fundamental del sistema inmune del animal. Cualquier agresión es respondida desde el aparato digestivo, desviando energía, que debería ir destinada a reposición de carne, a la función defensiva.
Para reponer la capa perdida del tracto gastrointestinal, según cifras de Summers (1991), sería cerca del 23-36% de Energía y 23-38% de Proteína de la dieta la que se destinaría a reemplazar y formar este nuevo epitelio ocasionando que estos nutrientes no sean usados para el crecimiento y desarrollo de los pollos.
Por esta razón, el término «integridad intestinal» es de gran interés para todos los que estamos involucrados en el sector avícola.
La integridad intestinal se refiere al desarrollo completo, funcionamiento normal y la integridad ininterrumpida del tubo intestinal. La integridad intestinal óptima, desde el nacimiento hasta el final del ciclo productivo, es esencial para obtener el mejor rendimiento y con ello asegurar una buena rentabilidad. Por consiguiente, si se pierde la integridad intestinal, se reducirá la digestión y la absorción de los nutrientes, llevando a un bajo rendimiento, y la rentabilidad se verá afectada.
La integridad intestinal está relacionada con el revestimiento del intestino y su capacidad para realizar las funciones metabólicas: digestión, secreción, absorción y transporte de nutrientes. Prevenir la inflamación del aparato digestivo (enteritis) es esencial para proteger la integridad intestinal.
Factores que debemos considerar para prevenir daño en el tracto gastrointestinal
El consumo rápido de alimento y agua en pollitos bebé estimula el crecimiento y la capacidad de absorción de las paredes digestivas. Además, mejora la integridad y desarrollo posterior del Tracto Gastrointestinal (TGI) (Moran 1990; Corless y Sell, 1999; Noy y Sklan, 1999; Vieira y Moran, 1999).
La formulación de las raciones es de gran importancia para contribuir al buen desarrollo y salud intestinal de las aves, las proporciones e inclusión de insumos, como enzimas, deben de encontrarse en las cantidades adecuadas y con un mezclado óptimo para asegurar la correcta distribución de los mismos en la dieta.
La coccidiosis y la enteritis necrótica (clínicas o subclínicas) son las causas más comunes que derivan en una mala integridad intestinal. El daño causado por estas dos enfermedades (principalmente en su forma subclínica) es costoso debido a que el alimento representa el 70% del costo de producción y al verse afectada la absorción, la conversión alimenticia no será la esperada.
Skinner et all (2010) concluyó en uno de sus estudios que la enteritis necrótica subclínica resultó en una reducción del 12% en el peso corporal y un aumento del 10.9% en el índice de conversión, En el caso de las parvadas criadas por el tiempo requerido para alcanzar estos pesos, la enteritis necrótica subclínica ocasionó pérdidas para los productores que fueron desde los US$ 878.19 hasta los US$ 1480.52 por cada parvada.
Cuando se calcularon los costos del alimento necesario para que las parvadas que sufrían enteritis necrótica subclínica alcanzaran los pesos en vivo a la edad de mercado, similares a los de las parvadas sanas, los costos para los productores mostraron incrementos dentro un rango de los US$ 370.49 a los US$ 739.38 por parvada.
Es necesario también un correcto programa de vacunación que cumpla con todos los requerimientos necesarios para prevenir enfermedades como Gumboro, Marek y Anemia aviar, ya que al ser inmunosupresoras afectan directamente la salud del tracto gastrointestinal.
Estos puntos unidos a otros factores de riesgo como mala calidad de la soya, oxidación de las grasas y micotoxinas, aumentarán los problemas de salud en los animales causando alteraciones que dan lugar a la aparición de procesos inflamatorios (enteritis). Las tasas de conversión alimenticia elevadas y el uso de antibióticos, finalmente se traducen en pérdidas en la explotación a nivel productivo y a nivel de rendimiento económico.
El manejo desde las reproductoras debe de ser bajo un excelente programa de bioseguridad el cual debe de mantenerse hasta la saca del pollo para beneficio. El almacenamiento del alimento y el agua de bebida deben de tener un buen manejo y contar con las instalaciones debidamente preparadas para dicho uso, incluyendo el transporte y canales de distribución en las granjas.
Se debe de observar cualquier cambio que se presente en el galpón desde el primer día ya que la detección de cualquier signo clínico temprano puede ayudarnos a corregir los problemas que pueden afectar nuestra conversión al final de cada campaña.
Podemos concluir que las medidas preventivas y el uso de los correctos programas, sanitarios, biológicos y de nutrición deben de contar con los más altos estándares para poder asegurar un correcto rendimiento de las aves. Es decir, debemos de explotar al máximo el potencial genético de las aves con un manejo apropiado e insumos de alta calidad para poder obtener resultados de conversión que nos permitan generar una rentabilidad apropiada.